Ya sabemos que las grasas representan la reserva de energía del cuerpo y pueden encontrarse fácilmente en distintos alimentos, sin embargo, distinguir cuándo sí y cuándo no puede ser -a veces- un tanto complicado.
Estos nutrientes cumplen múltiples funciones fisiológicas, inmunológicas y estructurales. En la actualidad existen diversos términos para referirse a las grasas como grasas saturadas, insaturadas, monoinsaturadas, poliinsaturadas y grasas trans; estos términos hacen referencia a la estructura química de los ácidos grasos, es decir, de la unidad estructural de las grasas.
Las grasas saturadas se pueden encontrar en estado sólido a temperatura ambiente y se encuentran en alimentos como carne de res, pollo y leche entera. Este tipo de grasas si se ingieren en grandes cantidades pueden tener efectos nocivos para la salud, por lo que no se recomienda su consumo frecuente. Por otro lado, se encuentran las grasas insaturadas que a temperatura ambiente se encuentran en forma líquida, tal es el caso de los aceites de origen vegetal. Dentro de este grupo de grasas encontramos las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, este tipo de grasas poseen múltiples beneficios para la salud.
Al igual que todas las grasas que se encuentran en la dieta, las grasas insaturadas, proporcionan calorías, sin embargo, son importantes para el organismo debido a cumplen funciones como ayuda en la absorción de vitaminas, protección y aislamiento del cuerpo y participan en diversos procesos corporales. Cuando se consumen en lugar de grasas saturadas, ayudan a reducir las concentraciones sanguíneas de colesterol total y de colesterol LDL o “colesterol malo”, lo que resulta en un efecto benéfico para el cuerpo, ya que ayuda a la prevención de problemas cardiovasculares.
Dentro de las grasas poliinsaturadas se encuentran los ácidos grasos omega 3 y omega 6 que son esenciales para el organismo y que tienen diversos efectos saludables para el organismo. Los ácidos grasos esenciales forman parte importante de las células y además tienen un papel importante en la supervivencia del ser humano. Estos ácidos grasos se encuentran de dos tipos en el organismo: la serie omega 6 y omega 3, así como el omega 9.
Los ácidos grasos omegas 3 y 6 son indispensables para el crecimiento, desarrollo, así como para el mantenimiento de la salud. Cumplen múltiples funciones a lo largo del organismo como reguladores metabólicos en el sistema cardiovascular, pulmonar, inmune, secretor y reproductor.
Este tipo de ácidos grasos los podemos encontrar principalmente en alimentos como pescados azules, mariscos, frutos secos, semillas y aceites vegetales, mientras que las grasas monoinsaturadas se pueden encontrar en alimentos como aguacate, nueces, almendras, cacahuates, pistaches, aceitunas, semillas de calabaza o de sésamo, aceite de canola, oliva, cacahuate y cártamo.
Las grasas forman parte esencial de la dieta de cada persona, sin embargo, como en todo, existen las grasas “buenas” y “malas”. Las grasas malas o saturadas son aquellas que no benefician al organismo y se encuentran en la mayoría de la comida chatarra y por lo tanto se debe evitar su consumo o bien que no sea frecuente. Por otro lado, las grasas buenas o insaturadas son aquellas que benefician al organismo como las grasas poliinsaturadas (ácidos grasos omega 3 y 6) y monoinsaturadas. Estas ayudan a la reducción del colesterol en sangre previniendo enfermedades cardiovasculares, intervienen en el crecimiento, desarrollo y en el mantenimiento de la salud. Se encuentran en pescados azules, aceites vegetales, frutos secos, semillas, aguacate, entre otros. Su consumo con frecuencia es recomendable.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias
Lutz, C. (2011). Grasas. En K. Przytulski (Ed.), Nutrición y Dietoterapia (5.a ed., pp. 46-62). Mc Graw Hill.
Cabezas-Zábala, C. C., Hernández-Torres, B. C., & Vargas-Zarate, M. (2016). Aceites y grasas: efectos en la salud y regulación mundial. Revista de la Facultad de Medicina, 64(4), 761-768.
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