La inflamación surge como una respuesta de defensa ante un daño a nivel celular. Se caracteriza por un incremento en el flujo sanguíneo, sensación de calor, hinchazón, dolor y pérdida de funcionalidad.
La inflamación es un proceso que puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes mellitus II y enfermedades cardiovasculares. En estas enfermedades los ácidos grasos saturados y otros componentes como las lipoproteínas generan una respuesta inmunitaria y producen la aparición de inflamación, y al no poder ser eliminados la enfermedad continúa presente.
Algunos factores nutricionales tienen la capacidad de afectar o modular la respuesta del sistema inmune como la ingesta total de calorías (exceso o déficit), grasas totales, vitaminas A, B6, C, D, y E, hierro, zinc y selenio. Hay investigaciones que señalan que la dieta puede ser útil en la prevención o tratamiento de enfermedades como hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes, asma, alergias alimentarias o infecciones.
Estas enfermedades generadas por procesos de inflamación hoy en día han tomado gran importancia debido a que se han relacionado con un mayor riesgo de padecer COVID-19. De acuerdo datos obtenidos se ha encontrado que las personas que han fallecido a causa de esta infección padecían de hipertensión, diabetes mellitus, obesidad, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, insuficiencia renal crónica o historia de enfermedad cardiovascular. El motivo por el cual las personas que presentan alguna comorbilidad es debido a que su sistema inmune se encuentra vulnerable debido a la enfermedad de base o por los tratamientos.
Existen alimentos que predisponen a presentar inflamación como alimentos con un alto contenido en azúcares, grasas trans y poliinsaturadas, comida chatarra, gluten y cafeína. Se ha comprobado que aquellas personas que llevan una dieta mediterránea o vegetariana tienen marcadores inflamatorios menores en comparación de los que practican una dieta occidental.
Una dieta balanceada favorece el funcionamiento del sistema inmune y ayuda en la prevención y tratamiento de enfermedades mediante la modulación de la respuesta inmunitaria. La dieta mediterránea, disminución de las grasas totales, aumento en la relación grasas insaturadas/saturadas, un adecuado consumo de vitaminas y minerales, ingesta de antioxidantes pueden ayudar en la modulación de la respuesta inmunitaria. Lo cual puede beneficiar a personas que poseen respuestas inmunitarias exageradas como aquellos que padecen de alergias alimentarias, enfermedades inflamatorias crónicas y enfermedades autoinmunes.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias.
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