¿El estrés, depresión o ansiedad eligen la comida por ti? Mindfood-hambre emocional

Las emociones representan un papel importante en la elección, calidad y cantidad de los alimentos. Una emoción es un fenómeno relacionado con la conducta humana que puede involucrar respuestas neuronales y químicas, las cuales pueden afectar la respuesta alimentaria durante el proceso de ingestión. Estas pueden afectar la motivación para comer, la elección de alimentos, la masticación e incluso la velocidad con que se ingieren. Existen una serie de emociones negativas que influyen en el aumento de la ingesta de alimentos como ira, apatía, frustración, estrés, miedo, pena, ansiedad, inquietud, soledad, aburrimiento o depresión.

La sensación de hambre y por consiguiente la ingesta de alimentos generado por las emociones se le puede denominar hambre emocional, la cual hace referencia al consumo de alimentos como mecanismo de defensa y de afrontamiento a las emociones negativas. Se sabe, que la población femenina es la que mayormente consume alimentos en respuesta a sus emociones, en comparación con la población masculina.

Se sabe que las emociones se relacionan con el desarrollo de la obesidad esto es debido al tipo de alimentos que las personas suelen elegir y que, de cierto modo, les parecen reconfortantes, siendo los más populares aquellos que contienen un alto contenido de azúcares y que contribuyen al aumento de serotonina en el cerebro. En un estudio realizado en mujeres jóvenes se encontró que los principales alimentos que eran considerados reconfortantes se encontraban postres, chocolates, barras dulces, caramelos, helados, pan dulce, fruta enlatada, hamburguesas, pizzas, tacos y comida rápida. El consumo de este tipo de alimentos se relaciona con una disminución de la sensación de estrés.

El consumo de dulces y comida rápida también ha sido relacionado con la presencia de síntomas depresivos. Asimismo, un consumo de alimentos con alto índice glucémico podría significar un riesgo para el desarrollo de depresión. Por otro lado, se ha encontrado que las personas con depresión tienden a presentar deficiencias de folato y vitamina B12.

En un estudios realizado en niños en edad escolar se encontró que la ansiedad influyó en la preferencia de consumo de refrescos, el número de comidas realizadas al día y en el consumo de alimentos como frutas, leche, pescado y verduras. Contrariamente, en otro estudio se observó que las personas que padecían ansiedad, evitaban el consumo de alimentos y, por lo tanto, su ingesta alimentaria era reducida.

La sensación de estrés, ansiedad y depresión están estrechamente relacionados con la ingesta alimentaria, influyendo tanto en la calidad como en la cantidad de los alimentos que se consumen. Se sabe que la presencia de estas emociones genera un aumento en el consumo de alimentos con un alto contenido de azúcares o grasas. La ingesta de este tipo de alimentos genera una sensación de confort y alivio a estas emociones.

Equipo de investigación y editorial iNat México.

Referencias:

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García-Falconi, R., Rivas Acuña, V., Hernández Sánchez, J. E., García Barjau, H., & Braqbien Noygues, C. (2016). Ansiedad, Depresión, Hábitos Alimentarios y Actividad en Niños con Sobrepeso y Obesidad. Horizonte sanitario, 15(2), 91-97

 

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