La vitamina D, es un nutriente que es producido en la piel después de exponerse a la luz solar. Esta es indispensable para el mantenimiento de la mineralización de los huesos, mediante la regulación del calcio. También participa en el sistema endocrino, inmune y cardiovascular. Una deficiencia de esta vitamina se ve manifestada con la presencia de raquitismo en niños y osteomalacia en adultos. Del mismo modo, se ha asociado con el desarrollo de neoplasias, enfermedades autoinmunitarias, infecciones y enfermedades cardiovasculares.
La vitamina D puede ser obtenida a través de dos vías. La primera, es por medio de la alimentación a través del consumo de alimentos de origen animal como pescados azules o yema de huevo y alimentos vegetales. La segunda forma, es mediante la exposición solar, donde las partículas de los rayos ultravioleta activan una reacción capaz de producir vitamina D.
Aproximadamente cerca del 65% del precursor de vitamina D se encuentra en la epidermis, y el restante en la dermis. Hay investigaciones que indican que el 50% de la previtamina D3 se convierte en vitamina D3, en la piel, en 2.5 horas y 12 a 24 horas después de la exposición al sol. Es importante mencionar que una exposición solar de manera excesiva no producirá más vitamina D. La exposición solar sin protección, en época cálida, de unos 15 minutos al día, entre las 10 y 15 horas, teniendo el rostro y parte de los brazos al descubierto, sería suficiente para garantizar la síntesis de vitamina D en niños y adolescentes.
Una exposición corta y limitada resulta suficiente para obtener niveles adecuados de esta vitamina. La exposición del cuerpo en vestido de baño a los RUV por un mínimo de tiempo es equivalente a ingerir 10.000 UI de vitamina D. Del mismo modo, se ha reportado que una exposición del 18 % de la superficie corporal, es decir, manos, cara y brazos, de 2 a 3 veces por semana por cinco minutos en primavera, verano y otoño, es suficiente. Si se desea o se debe exponer por más tiempo a la luz solar, es necesario utilizar protector solar con la finalidad de prevenir quemaduras y efectos dañinos.
Existen factores asociados a bajos niveles de vitamina D como una exposición inadecuada a la luz solar, tabaquismo, obesidad, fármacos, enfermedad renal crónica, insuficiencia hepática, enfermedad celíaca, entre otras. Cuando las concentraciones de vitamina D se encuentran alteradas puede generar la aparición de enfermedades dermatológicas. Entre estas se encuentran psoriasis, dermatitis atópica, ictiosis congénita (trastorno cutáneo caracterizado por piel seca, escamosa o engrosada), acné, hidrosadenitis supurativa (afección cutánea crónica caracterizada por la aparición de protuberancias en las axilas o la ingle), vitíligo, lupus eritematoso sistémico, erupción solar polimorfa (sarpullido ocasionado por sensibilidad a la luz solar), alopecia areata, melanoma, las cuales se relacionan con un déficit de vitamina D. Por su parte el cáncer cutáneo no melanoma ha sido vinculado con un exceso en las concentraciones de esta vitamina.
La vitamina D es uno de los nutrimentos que está implicado en diversas funciones del organismo. Participa en la salud ósea, sistema inmune, cardiovascular y endocrino. Se puede obtener de dos formas: a través de los alimentos o mediante la exposición a la luz solar. La exposición a la luz solar debe ser por un tiempo limitado y sin excederse para no generar efectos dañinos, pero si es necesario, tener una exposición prolongada es importante hacer uso de protectores solares. Las bajas concentraciones de esta vitamina se han relacionado con diferentes enfermedades dermatológicas. Por ello, mantener niveles adecuados de vitamina D en el organismo benefician la salud de la piel.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias:
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