Extracto del Libro: «La enzima prodigiosa»
Hiromi Shinya
1. Las toxinas de la carne alimentan las células cancerígenas.
Cada célula contiene ADN, un biopolimero que contiene el mapa del cuerpo y sus funciones. Los subproductos tóxicos de la grasa animal excesiva y la digestión de la proteína puede dañar el ADN, convirtiendo a las células en cancerígenas. Las células cancerígenas comienzan a multiplicarse por sí mismas. Nuestra sangre contiene glóbulos rojos, glóbulos blancos y linfocitos. Las células blancas y los linfocitos atacan a los enemigos, como las bacterias y los virus, destruyendolos o volviendolos inocuos. Cuando esas células están dañadas, esta línea frontal de defensa del cuerpo funciona incorrectamente y puede generar una infección y la aparición de células cancerígenas anormales.
2. Las proteínas producen reacciones alérgicas.
Las proteínas que no se han descompuesto en nutrientes entran en el torrente sanguíneo como sustancias ajenas a través de las paredes intestinales. Esto les sucede con frecuencia a niños pequeños. El cuerpo reacciona como si fuera una sustancia extraña, generando una reacción alérgica. Esta clase de alergia a la proteína es comúnmente causada por la leche y los huevos. Una ingesta excesiva de proteína animal con sus reacciones alérgicas resultantes son la causa del aumento de la incidencia de dermatitis atópicas, urticarias, enfermedades del colágeno, colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.
3. El exceso de proteína sobrecarga al hígado y a los riñones.
El exceso de proteína en el cuerpo debe ser descompuesto y eliminado a través de la orina pues genera una gran carga en el hígado y los riñones.
4. La ingestión excesiva de proteína provoca un deficiencia de calcio y osteoporosis.
Cuando se crean grandes cantidades de aminoácidos, la sangre se acidifica, requiriendo calcio para neutralizar. Por lo tanto, un consumo excesivo de proteína da por resultado una bajada del calcio. Además, el nivel de fósforo en la carne es muy alto y la sangre tiene que mantener la proporción entre el calcio y el fósforo en un rango de entre uno a uno y uno a dos. Una dieta que aumenta el nivel de fósforo hace que el cuerpo tome calcio de los dientes y huesos para mantener el equilibrio. De igual forma , cuando uno tiene mucho fósforo y calcio en el cuerpo, el fósforo y el calcio se enlazan para formar fosfato de calcio. El cuerpo no puede absorber este compuesto, por lo que es excretado, haciendo mayor pérdida de calcio y al cuerpo susceptible a la osteoporosis. Por esta razón tanta gente en países con dietas ricas en proteína animal sufren de osteoporosis: los huesos porosos son el resultado de una disminución del calcio.
5. El exceso de proteína puede generar una pérdida de energía.
Se necesita una gran cantidad de energía para digerir la comida. El exceso de proteína no se metaboliza completamente y por consiguiente no se absorbe, lo que desencadena la putrefacción en los intestinos y la creación de subproductos tóxicos. Para desintoxicarse de esas sustancias se requiere una gran cantidad de energía. Cuando ésta se utiliza, se generan una gran cantidad de radicales libres.
Los radicales libres son los responsables del proceso de envejecimiento, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la arteriosclerosis.
6. El exceso de proteína puede contribuir al trastorno por déficit de atención en niños.
Estudios en años recientes muestran un aumento en el número de niños con una baja capacidad de atención que son proclives a arranques de furia. La comida y la nutrición pueden tener un impacto significativo en el comportamiento de los niños y en su adaptación social. Existe una tendencia creciente en los niños hacia el consumo de alimentos procesados en el hogar y en la escuela. Estos alimentos no sólo contienen muchos aditivos, sino que los alimentos procesados tienden a acidificar el cuerpo. De igual forma aumenta el consumo de proteína animal y azúcares refinados, mientras que se evitan las verduras. La proteína animal y el azúcar demandan un aumento de calcio y magnesio, que deriva en una deficiencia de calcio, y ésta irrita el sistema nervioso, contribuyendo al nerviosismo y la irritabilidad.
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