Sin duda, la sociedad mexicana está pasando por una etapa de crisis respecto a su salud y por esta misma razón han empezado a buscar algunas alternativas que puedan sustituir a los productos de consumo regular que, de antemano, sabemos que son pobres en perfil nutricional y además perjudiciales para la salud.
La importancia de leer las etiquetas de los productos que compramos:
La idea principal es que cuides las opciones que consumes de manera regular, siempre recordando que tu cuerpo vivirá joven y saludable siempre que mantengas una alimentación apegada a lo que te ofrece la naturaleza y no a latas o marcas.
Para la organización El Poder del Consumidor “está claro que el etiquetado frontal mexicano tiene grandes deficiencias, principalmente que no cumple con el criterio fundamental de ser rápido y sencillo de entender”.
El Poder del Consumidor toma como ejemplo el caso de Ecuador. Desde 2014 los alimentos procesados que contienen grasas, azúcares o sodio añadidos están sujetos a un sistema de etiquetado que muestra rápida y sencillamente el contenido de azúcares, grasas y sodio mediante el uso de bandas de colores, como si fuera un semáforo:
Verde: indica que el producto tiene bajo contenido.
amarillo: contenido medio.
rojo: contenido alto.
Al comienzo podría parecerte que es un mundo de información el que tienes que asimilar; sin embargo entre más practiques te resultará más sencillo. La norma “NOM – 051SCFI”, establece que los ingredientes deben enlistarse en orden según la cantidad, es decir los más abundantes son los que primero aparecen.
Puedes consultar los ingredientes que no logras identificar (que seguro son muchos) en la siguiente página: www.aditivos-alimentarios.com, que te informará de los productos que usualmente los contienen, su toxicidad o inocuidad y sus efectos secundarios a la salud.
Hace 50 años era difícil pensar que los alimentos pudieran ser comestibles unos días después de su elaboración. Hoy gracias a aditivos, empaques y otros ingredientes que alargan su vida de anaquel, pueden durar meses e incluso años.
Estudios realizados demuestran que los aditivos utilizados en un número importante de productos comestibles, pueden causar en los niños diversas reacciones adversas que afectan su salud a largo plazo. Las más comunes son: alegrías y síndrome de hiperactividad, trastorno de déficit de atención, efectos asociados sobre todo a colorantes y a conservadores.
Vamos a ver este ejemplo obtenido de el sitio oficial de El poder del consumidor:
- Contiene 7 cucharadas cafeteras de azúcar por envase de 946 ml.
- Tiene 19 ingredientes en total, el segundo ingrediente es azúcares.
- Se promociona como un producto con menos azúcares, pero porque utiliza edulcorantes no calóricos.
Azúcar:
9.25 gramos (g) de azúcar añadida, lo que es equivalente a casi 2 cucharadas cafeteras (1.85) por cada 250 ml de porción, o 7 cucharadas cafeteras por presentación de 946 ml.
Un vaso cubre del 41% al 49% de lo que sugiere la OMS en forma inocua para un niño o niña con respecto a los azúcares libres. Así que un solo vaso con esta bebida “saludable” cubre casi la mitad de dicha sugerencia para un niño o niña.
Sodio:
252.5 miligramos (mg) por porción.
Esta cantidad de sodio es significativa, ya que cubre el 16.8% del sodio requerido para un niño y más del 10% del sodio total requerido para un adulto.
Ingredientes:
Base de soya (agua, semillas de soya seleccionadas), azúcares, jarabe de cocoa (2.2%), saborizantes idénticos al natural, mezcla de vitaminas y minerales sintetizadas en laboratorio (calcio, vitamina E, vitamina A, vitamina D, vitamina B12, vitamina B6, ácido fólico y zinc), sal yodada, citrato de sodio, colorantes naturales (caramelo clase IV —no es un colorante natural— y carmín), estabilizantes (goma xantana y gellana) y sucralosa (0.012g/100g).
Esta bebida tiene 19 ingredientes en total, siendo el segundo ingrediente azúcares.
Además, contiene un edulcorante no calórico, ingrediente que genera un gusto por sabores intensamente dulces, una de las razones por las cuales la Secretaría de Salud ha establecido que el consumo de edulcorantes no calóricos no sea recomendado en niños y niñas.
También se observa que contiene un colorante considerado como posible cancerígeno, el “caramelo IV”, cuyo uso se ha regulado en el estado de California en Estados Unidos, aplicando el principio precautorio.
Por otro lado, es importante mencionar que el ingrediente de base, la soya, muy probablemente proviene de cultivos transgénicos e inundados de químicos tóxicos -como los pesticidas- que no sólo es potencialmente dañina a la salud, sino también está impactando negativamente al medio ambiente por el uso agresivo de estos químicos para su cultivo.
Etiquetado:
El etiquetado está basado en colores beige y café, es básicamente soya y azúcares con sabor a chocolate.
Lo que se muestra en el etiquetado no proporciona elementos suficientes para que los consumidores y, sobre todo, los padres y madres de familia tengan la certeza de que el producto es adecuado para sus hijos.
El empaque del producto contiene varias leyendas con información que aseguran que el producto es “sano” y “natural”, o que está recomendado y hecho por “nutriólogos”.
Este tipo de mensajes son engañosos, ya que influyen en la decisión de compra de los consumidores.
La falta de etiquetados que orienten a los consumidores, la publicidad engañosa en exceso de productos que no son apropiados para una buena salud y la falta de regulación, ha hecho que se tengan efectos negativos en la población general, generando enfermedades como diabetes, obesidad, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, entre muchas otras. El alto y cotidiano consumo de bebidas azucaradas daña la salud. De eso no hay duda.
Nuestra valoración:
No apto para su consumo en niños y niñas, ya que contiene un edulcorante no calórico, que perpetúa el gusto por sabores intensamente dulces, y un colorante dañino al organismo (caramelo IV).
Adultos, consumir con moderación, aunque lo ideal es hacer lechadas naturales en casa, o en su defecto, buscar marcas sin el colorante Caramelo IV.
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